¿Cómo nos sentimos hoy?

Por: María Gutiérrez Roa

En la vida nos encontramos con muchos binarismos: hombre o mujer, frío o calor, blanco o negro, dulce o salado. Pero bien sabemos que simplificar todo a dos opciones, supuestamente opuestas y excluyentes entre sí, es errado. Cuando nos preguntan cómo nos sentimos, solemos recurrir a lo mismo: bien o mal. Ahora,  ¿es esto suficiente? ¿Refleja 100% como me estoy sintiendo en ese momento?

Identificar, comprender y gestionar nuestras emociones no es tarea sencilla. Cambian constantemente, dependen del momento, del lugar, de las personas involucradas… y de un sinfín de otros factores.

La educación emocional, definida por el Dr. Rafael Bisquerra como “un proceso educativo que busca desarrollar competencias socioemocionales que permitan afrontar mejor los retos de la vida cotidiana, con el fin de aumentar el bienestar personal y social”, nos brinda una serie de herramientas para conocer nuestras emociones y poder gestionarlas, comprender a los y las demás, ser empáticos, y de esta forma convivir en comunidad.

Las 4 etapas de la educación emocional

Es importante destacar que como todo proceso, la educación emocional implica una secuencia de pasos o etapas a tener en cuenta. En primer lugar, debemos poder reconocer y nombrar nuestras emociones, ser conscientes de lo que sentimos y poder ponerle nombre. El segundo paso es aceptarlas, es decir, validar esos pensamientos, sentimientos, sensaciones y comportamientos como entendibles. El siguiente paso es expresarlas. Para esto debemos aprender las maneras que más nos sirvan, se adapten a nuestra edad y sean apropiadas para cada momento. Por último, llegamos al momento de regular nuestras emociones. Y es frente a esta etapa donde podemos adquirir algunas herramientas que nos faciliten manejar nuestro sentir de forma apropiada.

Cofre emocional: herramientas lúdicas

A modo de ayuda o ejemplo, presentamos a continuación una recopilación de herramientas utilizadas en el aula y construidas en diversos espacios de trabajo colectivo, con el fin de desarrollar cada una de las etapas del proceso de educación emocional. Todas son modificables y adaptables al ámbito en el que queramos y necesitemos usarlas; son una entrada a la creatividad, a pensar en el otro o la otra, a reflexionar individual y colectivamente. Estas herramientas, y la educación emocional en sí, son una invitación a conectarnos con lo que sentimos, a mirar y mirarnos en profundidad y abrazar todo lo que pasa por nuestro cuerpo, mente y corazón.

TuttiFrutti musical: en esta reversión del juego tradicional se arma un cuadro de columnas (tantas como categorías se establezcan) y en la parte superior, de forma horizontal, se escriben los distintos niveles previamente acordados por las y los jugadores. Estas opciones podrían ser: qué canción es, qué emoción creo que intenta transmitir, que sentí al escucharla y que pensé cuando la estaba escuchando.

A diferencia del juego tradicional, no hace falta respetar una misma letra para comenzar la palabra, solo se deben completar todos los casilleros con las percepciones y emociones que despierta la canción en los participantes. Para comenzar a jugar se coloca en modo aleatorio una lista musical (docentes o familias pueden armarla previamente) y se escucha la canción. Durante el tiempo que dura la canción, más el tiempo establecido por las y los jugadores, se deben completar todos los casilleros. ¡Quien lo desee puede compartir sus respuestas!

Diccionario de emociones: para esta actividad tenemos que elegir varias fotografías/imágenes e identificar la emoción que transmite. A medida que le vamos poniendo nombre a las emociones vamos formando el diccionario. Es importante, también, poder hablar sobre cómo se manifiesta físicamente en nuestro cuerpo esa emoción, qué cosas nos produce, qué pensamientos provoca en nosotros y nosotras.

Termómetro emocional: debemos realizar una escala visual y graduarla de la manera que nos resulte más útil: con colores, imágenes, emojis, etc., o también combinando las opciones entre sí. Lo principal es que quede marcada la intensidad y puedan diferenciarse las emociones. Esta herramienta ayuda a identificar y expresar la emoción que sentimos en un determinado momento.

Mímica de emociones: es el clásico “dígalo con mímica” pero cambiamos las películas por emociones. Sirve para aprender vocabulario emocional, observar cómo se manifiestan las emociones en todo el cuerpo, poder mirar a los demás, ver cómo sienten una misma emoción diferentes personas y prestar atención a la comunicación no verbal.

Emojis: ¡también podemos jugar con las caritas de las redes sociales! Para esto debemos elegir un emoji y explicar por qué me identifico con esa carita en ese momento.

Diario de mis emociones: una buena propuesta es poder escribir o dibujar un pequeño balance del día, empezando por las cosas positivas y dejando para el final las negativas. Esto significa expresar cómo nos sentimos, qué pensamientos tuvimos y cómo actuamos. Buscamos ser conscientes de las emociones que vivimos, sus causas y sus efectos, los pensamientos que provocan en nosotros, como actuamos… podemos plasmar todo lo que consideremos importante.

Caja de la comunicación: la idea de esta propuesta es poder escribir cosas que los y las demás hicieron por nosotros y que nos hicieron sentir bien e ir guardando todos esos momentos en la caja. Podemos usar las frases disparadoras  “me gusto cuando…”,  “me sentí bien cuando…”, “gracias por…”.

Momento de gratitud: esta actividad es una invitación para agradecer, para identificar qué cosas nos gustaron o hicieron bien. Una dulce manera de realizar este ejercicio es con gomitas, lentejas de chocolate, cereales de colores, o lo que tengan a mano. Debemos darle a cada color un significado. Puede ser: un momento de la semana, momento del día, una persona, un objeto, una comida y demás. Luego se invita a cada niño y niña a elegir al azar uno de los dulces y según el color que le toque deberá agradecer por una persona, un momento, etc.

Respiración de los 5 dedos: debemos ir dibujando con el contorno del dedo nuestra mano. Cuando subimos inhalamos y cuando bajamos exhalamos. Podemos repetir esta acción cuantas veces consideremos necesarias e ir haciéndolo al ritmo que más nos sirva.

Respiración 4-7-8: este es otro ejercicio de mindfulness que puede ayudarnos a regular nuestras emociones y brindarnos calma. Debemos inhalar a través de la nariz en 4 tiempos, aguantar la respiración 7 segundos y exhalar completamente el aire durante 8 segundos.

Respiración de superhéroes: esta es una buena opción para los más pequeños y pequeñas. Las actividades de respiración, como se explicó más arriba, sirven para regular nuestras emociones, para relajar y también -muy importante- para poder focalizar la atención. Son actividades cortas que pueden ayudar para iniciar una clase o alguna actividad en casa que requiera la atención plena del niño o niña. En esta respiración podemos elegir al superhéroe favorito del niño o del grupo e imitar sus movimientos. Por ejemplo, si es Superman, podemos inhalar como si estuviésemos volando con los brazos estirados hacia arriba y exhalar todo el aire bajando los brazos a la cintura en posición de jarra.

Rueda de opciones: la rueda nos ayuda a recordar algunas opciones para canalizar nuestras emociones. Debemos prepararla previamente y colocar en ella todas las cosas que consideremos que nos traen calma o nos hacen sentir bien: escuchar música, meditar, comer algo rico, hablar con alguien. Cada persona elegirá sus opciones y cuando se sienta desbordado podrá recurrir a la rueda y  escoger una manera de gestionar esa emoción.

Rincón de la calma: también podemos disponer de un lugar físico al cual acudir cuando nos vemos desbordados o desbordadas por nuestras emociones. En este lugar podremos encontrar algunos elementos que nos ayuden a recuperar la serenidad y tranquilidad de forma más rápida.

Cada etapa del proceso representa una ficha del rompecabezas. Son acciones que se pueden hacer por separado y son valiosas en sí mismas, pero para conseguir el mejor resultado posible se deben unir y trabajar en conjunto. La educación emocional nos propone una sinergia entre estas acciones.

Invitamos a todos y todas a tomar estas herramientas, reflexionarlas, adaptarlas, ponerlas en práctica y seguir generando y compartiendo nuevas formas de trabajar nuestras emociones.

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